Por fin estoy de vuelta del viaje más intenso de mi vida. Soy otro. Esperaba que fuera un viaje muy espiritual, pero la verdad no tanto. He tenido que lidiar tanto con la decepción como con la ilusión, en altas dosis, con nuevas ganas de vivir y con aceptar la muerte de quien ya sabías que le queda poco (que sigue vivo) y también la de quien no te lo esperabas. He aprendido que no hay tiempo para despedidas y ya hay que correr hacia lo siguiente. Todo cosas que no sabes hasta que las vives. Ojalá mi memoria sea capaz de retener todas y cada una de las experiencias, conversaciones y momentos, sean alegres o tristes, para poder escribirlas, y sacar tantas conclusiones como me sea posible.
La vida te da por donde menos lo esperas…
Tu sigue quejandote como si no lo supieras
Grita, discute y critica lo que quieras
Al final te darás cuenta de que no valió la pena
Regalar alegría es mi única riqueza
Solo puedo llorar por aquel que no lo entienda
Aún así, lo dicho, no vale la pena
Yo sólo soy un vagón, la vida mi pasajeraPor mi abuelo, que faltó ayer ante mis ojos y sonriendo,
un luchador de verdad, no de los que ahora se llevan.
Se que con estos versos, ni de lejos he saldado con él mi deuda.
Pero espero que cuando sea grande, él, desde el cielo, orgulloso, lo vea.