A finales del 41 se casó y seis meses después fue deportado al campo de concentración de Theresienstadt. Hasta que lo liberaron en el 45 estuvo también en Auschwitz y en Dachau. Viktor sobrevivió, pero el resto de su familia no lo hizo.
De aquella experiencia incalificable que Frankl contó en ‘El hombre en busca de sentido’, obtuvo la certeza de que aquella frase de Nietzsche era cierta: ”Quien tiene un porqué para vivir, encontrará casi siempre el cómo”.
Así que, bueno… ¿Por qué no te suicidas?