Me gusta darle a botones y que pasen cosas. Darle a la letra azul subrayada o del color que sea. Que salgan numeritos y puntitos rojos. Ver crecer esos numeritos. Conectarme todos los días para revisar esos numeritos.
Me gusta poner fichitas: fichita, fichita, fichita… Y ver como crecen esos números. No hay ningún objetivo detrás, sólo esas lucecitas tan divertidas. Poner caritas en el chat y oir el ¡cling!
Poner fichitas y rodearte. En el fondo es todo muy aleatorio pero me invento reglas. Intuiciones empíricas de las que destilo axiomas. Pero siempre pasa otra cosa.
Para que una cosa se vuelva interesante basta con mirarla mucho tiempo
En efecto. Si no, no me explico mi fascinación. Cuanto más juego más quiero jugar. Ya ni oigo el teclado, solo luces y efectos. Maravilloso.
Otro mundo y otro mundo y otro mundo, todos ellos llenos de gente hablando, negociando, apostando y luchando. Uso un vocabulario extraño y me río sin parar.
Hasta que me doy cuenta de que me he había dormido y me tambaleo hasta la cama. Duermo como un abrir y cerrar de ojos, no sueño nada. Me despierto pensando en los botoncitos y las lucecitas. Desayuno rápido para retomar por donde lo había dejado.
Pero ese punto no existe. Se abren millones de posibles caminos. nuevas combinaciones de tecla con cuevos efectos especiales. Mejores que nunca. Cada vez los hacen mejores.
Luces, movimiento, letritas, voces, risas.