Mirrorshades – Una antología ciberpunk, editado por Bruce Sterling en 1986, nos ofrece un recorrido por algunas de las primeras historias de los autores más importantes del ciberpunk anglófono.
Una vez más estoy convencido de la importancia de haber leido este libro, o de por lo menos tener nociones de este movimiento literario, ya que nos da una noción de cómo profetizaron nuestro tiempo los pensadores de hace 30 años, cuando la red estaba apenas naciendo. Era una visión demasiado distópica y extremamente exagerada en muchos casos, pero, mirando atrás, creo que esa postura fue adoptada de forma muy conciente. Sabiendo que hemos llegado a la era en la que todo es posible, pero sin perder de vista que no se puede pretender ser profeta, fueron capaces de imaginar las posibilidades que ofrecía un futuro próximo (la proximidad temporal es un detalle presente en casi todos los relatos, nada de siglo XXIII o peores exageraciones) y exagerarlas de forma que quedara claro el surrealismo dentro de ese hiperrealismo.
Cual premonición, poco antes de leer este libro estuve pensando acerca de la aleatoriedad del desarrollo y por qué, grupos inconexos han hecho los mismos descubrimientos científicos casi al mismo tiempo. Hoy en día (y ya hace bastante tiempo) todo está conectado, pero eso no implica ni de lejos que todos lo sepan todo, aunque tiene como consecuencia una mayor sincronía. Llegué a la conclusión de que la literatura (o nuevamente otros medios para plasmar historias) es el principal indicador de la profecía social, por ponerle un nombre. Hipotéticamente podría haber ocurrido que la literatura se centrara mucho más en el fondo marino que en el espacio y hoy en día tuvieramos fábricas submarinas y no fablabs en el espacio. Pero eso no fue posible (si lo hubiera sido hubiera ocurrido), porque la literatura no guía al desarrollo, es una simbiosis, y en cierto modo, el orden en que pasan las cosas, siempre ha sido el que tenía que ser,
He podido sacar muchas pequeñas lecciones de las ‘pequeñas profecías’ contenidas en cada una de las historias. Tanto en lo que refiere a la evolución de la estructura política mundial o en lo que se refiere a los objetivos de la ciencia:
«Stone vive», por ejemplo, presenta un mundo radicalmente dividido entre ghettos y grandes corporaciones. Al mismo tiempo remodela el mito de la caverna en un individuo (Stone) muy inteligente pero que es ciego y viene del ghetto, al que se le dan unos ojos artificiales superpoderosos, se le otorga la tarea de «estudiar el mundo» y finalmente de le cede el poder sobre una de las mayores empresas del mundo.
«Zona libre» relata una historia en sí poco importante, sobre un personaje algo marginal, un «último roquero de verdad», en un contexto de modas y placeres extremamente absurdos, en un contexto económico también llevado al extremo de lo absurdo de una forma muy tópica: terroristas fanáticos islámicos han destruido un satélite generando una onda electromagnética que ha fundido toda la tecnología norteamericana, causando así la eliminación de todo el dinero virtual.
«Mozart con gafas de espejo» refleja esa búsqueda de los gobiernos de encotrar algo más que colonizar en un mundo de recursos agotados, acabando por saquear el pasado creando así «ramas» temporales que acaban en absoluta destrucción .
«Hasta que nos despierten voces humanas» un relato, diría yo, hiperrealista, habla de clonación de una forma muy actual, con un leve grado de exageración.
«Petra» fue la historia cuyo mensaje metafórico más me impresionó, porque no hera futurista en el aspecto técnico de la historia, sino en el hecho de que Dios había muerto y el caos dominaba el mundo hasta tal punto que las gárgolas habían cobrado vida y el pueblo protagonista vivía encerrado a oscuras en una catedral de una forma muy curiosa. Lo más contundente de toda la antología, para mí, es el mensaje final de Petra:
Bien. No creo que construir un universo nuevo requiera mejores reglas. Sin duda necesitaremos experimentar y quizás uno o varios de nuestros chapiteles se caerá. Pero ¡ahora trabajamos para nosotros mismos, para nuestra propia gloria, y para mayor gloria del Dios que nos creó! ¿No es así, mi feo amigo?
Un mensaje muy hacker ¿no?
Lo interesante, como he dicho, es el análisis que hicieron estos autores de la psicología de la generación tecnológica y plasmar de una forma muy realista los miedos y fantasías más ocultos, en los que todo es posible, pero no siempre bonito, de una forma que ayuda incluso a entender por qué la política de la mayoría de los estados (y en general la idea de orden de la mayoría de la sociedad) vive en el pasado, un pasado tan cercano en el tiempo que aún podemos sentirlo pero tan lejano en la realidad que ya apenas es posible usar sus reglas de forma coherente.
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