Me gustaría llamar este post ‚‚Por qué soy antidemocracia“ o algo así, en parte porque causaría espanto a algunos esa forma de aproximarme al tema, pero justamente por eso no lo haré. Es una de las pequeñas conclusiones a las que llegué durante la disertación filosófica que compartí con mi abuela tras una hora y pico, muy enriquecedora por cierto, de streaming en directo de la Anĉovoligo. Nótese que cuando hablo de democracia hablo de la democracia de panfleto, la de José Luís y Mariano. Y nuevamente también la de Pablo.
Uno de los valores más compartidos y defendidos en la sociedad occidental de hoy en día es la democracia. Pero yo (y creo que muchos otros también) he llegado al punto en que casi siento náuseas cuando la gente argumenta a favor, o utilizando, la legitimidad de la democracia. Aún así no quiero detenerme demasiado en argumentar en contra de la democracia (joder, en verdad si). Creo que la descripción gráfica que compartió Juanjo Pina en facebook hace unos meses es más que suficiente para expresar lo que pretendo decir.
Más bién quisiera contraponer, o comparar, otra idea a la de la democracia expresada en esa imagen. La del gobierno social del open-sourcing (aquí es donde creo que más abuso del lenguaje, espero que se entienda).
¿Por qué son contrapuestas? A ello voy ahora. Creo que se deberá diferenciar claramente entre la posibilidad de que cualquiera vote o todos tomen decisiones por igual y la libertad de expresarse, discutir, formarse y conseguir formar parte de determinados proyectos e incluso poder tomar determinadas decisiones mediante argumentos y sobre todo acciones de peso, en determinado contexto. Palabra(s) clave que me llevaron a esta reflexión:
Refundación, no revolución
El gran problema que veo en la democracia tal y como nos fue enseñada en la escuela es que pretende establecer una igualdad moral de poderes y derechos donde no la hay, lo cual no es realista. Puede sonar hasta clasista expresado así, pero un albañil, por poner un ejemplo llano, por lo general no entiende mucho de las decisiones macroeconómicas que conciernen a todo un país (si, abuso del lenguaje). A lo que quiero llegar con esto es a que habido una transmutación de valores que nos lleva directitos a la decadencia, como ya quiso advertir Nietzsche. Nada malo en sí, porque de estas crisis sacan a relucir nuevas formas de vida, y nos acercamos un pasito más al super-hombre en nuestra evolución. El ciudadano empoderado, diría yo.
En resumen: igualdad en el derecho de decisión, no, no sin argumentos o acciones de peso; empoderamiento y libre aporte, sí, lo cual automáticamente excluye la repercusión de aportes absurdos u obsoletos. En cierto modo estaría a favor de la democracia (nuestra democracia, la anhelada por la mayoría) si el peso de los argumentos diera correspondiente peso a los votos, pero me temo que eso es demasiado complejo, más allá de la absurdez que, a mi forma de ver, supone votar en sí, independientemente de la discusión que pueda haber acerca de si en este contexto político-social es mejor votar que no votar o no.
Y aunque de vez en cuando me permito el esfuerzo de formalizar mi posición frente al asunto, por lo general me suelo abstener de tener opiniones sobre política, sobre todo si son morales, porque hay que aceptar que en política se trata de un juego de poderes y es, volviendo a la cita sobre revolución, poco constructivo querer que caiga sin más, y muy ingenuo pensar que entonces mejorarán las cosas. Pretender que no haya clases sociales es, llanamente, absurdo.
Dicho sea aún así que tengo en cuenta la parte buena, porque es esta democracia la que, en principio, nos permitió la libertad de expresión, la educación y alguna otra cosa, aunque incluso eso se lo atribuiría más bien al avance tecnológico en el mundo occidental que a la misma democracia. Pero eso ya es digno de otra disertación. Y recuerdo de nuevo mi abuso del lenguaje, del que me valgo dada la ambigüedad y la emocionalidad existente acerca del concepto democracia en las discusiones populares.
P.d.: Me gustaría recibir alguna correción a mi abuso del lenguaje, si está mal, o si se puede expresar mejor. Gracias.
Creo que es una postura interesante. No muy común, por eso menos discutida.
Me gusta que la sometas a consideración por aquí.
En mi caso, ya lo sabes, soy un poco más conservador. Diría que tomo en cuenta lo que pensadores muy sólidos y reconocidos en sus ámbitos y épocas, han dicho ya sobre esto. Tomo en cuenta también el conocimiento empírico que ya se ha acumulado. Esas dos grandes razones me invitan a tomar distancia de lo que dices, pero en ningún caso lo rechazaría. Tu reflexión tiene un valor intelectual indudable: Provoca y alienta el debate.
En primer lugar, ¡gracias por tu comentario Pinto!
Entiendo que tú tienes mucha más lectura sobre el tema que yo, y no me puedo permitir algo así como discutir los argumentos de los pensadores sólidos. Aún así discutiría eso de que no es una postura común y matizaría que cierto conocimiento empírico ha sido la razón por la que he llegado a esta reflexión, cosa que a lo mejor no se nota si no se entiende el contexto en el que se enmarca este pequeño eslabón, que por cierto tiene poco valor intelectual por sí solo. La economía mundial está cambiando a pasos de gigante gracias al internet (dicho de una forma muy abreviada), y eso no tiene tanto que ver con el derecho a votar lo que se nos cruce por delante como con las maravillosas ideas que surgen de la esfera hacker que construyen nuevos sistemas suficientemente poderosos como para ‘competir’ con el sistema que impera. En el fondo lo que vengo a decir, democracia sí, pero no la que decís «vosotros». Es decir, creo más en el poder de las buenas ideas, que en el poder del pueblo.
Sinceramente, no puedo ya ver la democracia mas que como la dictadura de la mayoría, un mal aceptable ética y pragmáticamente sólo hasta la salida de la autovía, o sea, para regular relaciones de vecindad.
Y luego está el grave problema con lo «empírico» en ciencias sociales: es como poco difícil determinarlo, y más difícil aún interpretarlo. El sesgo más extendido es la falsa correlación: «la democracia trae progreso», «el Estado es el que garantiza X» o «quien visita museos vive más tiempo». Y en ese sentido, como bien dices en el post respecto a las libertades y la democracia, atribuir a uno de los actores presentes (sólo por estar presente) la mayor responsabilidad en la evolución de un «fenómeno».