Como una enredadera y no como un árbol [Descargar libro] (David de Ugarte). Un libro corto pero conciso y fundamental para entender lo que hoy tenemos entre manos. Y es que
en el viejo mundo los informáticos llevaban bata blanca.
Y a pesar de los esfuerzos hechos desde el sistema, unos cuantos de ellos recopilados en este libro, para hacer que eso siguiera así, hoy en día esa es una imágen inimaginable, que ya solo encontramos en libros y películas de ciencia-ficción antiguos. Yo me pregunto (y casi me respondo) ¿algún día hablaremos así, por ejemplo, de la medicina? Visto lo visto, y más despues de leer esta pieza, no me sorprendería.
Como muy tarde cuando, exhaustos por la falta de significado, esos «cansados gigantes de acero» acaben por desplomarse deltodo y ya no puedan cumplir la tarea de velar por el orden y el bienestar, tendremos, como Diffie, que rebuscar entre sus bibliotecas de conocimiento desclasificado, si queremos, como mínimo, velar del bienestar de nuestras pequeñas tribus. Es una idea un tanto catastrofista pero creo que muchos en mi generación crecíeron impregnados de esa sensación por algo. Y es la que, de alguna forma nos mueve a desconfiar del viejo mundo y nos acerca a los ideales de la netocracia.
Ese – si todo es posible ¿por qué no se hacen las cosas bien? será que no les interesa, probablemente hasta les sea una molestia que sepamos que todo es posible – que tan paranóico suena, es bastante característico de la generación de los 90, la mía (no hablo de las generaciones inmediatamente anteriores porque no las he vivido aunque será parecido), que creció sin entender límites entre realidad y ciencia-ficción. La ciencia nunca fue ficción para nosotros, siempre fue algo cotidiano (incluso, para gran parte de nosotros, consultar in manual de instrucciones para calquier electrodoméstico es un ritual obsoleto), nunca entendimos y nos pareció siempre extraño pensar que hubiera algo así como «directores de división para cada disciplina».
Vivir la vida de forma agradable y al mismo tiempo resiliente es el sueño de muchos en mi generación, que se hizo adulta ya entrada la crisis y a la que le cuesta creer en los caminos institucionales para alcanzar la felicidad. Incluso una parte se da cuenta de que ser feliz es más una premisa que un sueño a perseguir y tendemos a negarnos a subordinarnos hasta la jubilación para entonces disfrutar de la paz interior. Queremos una vida interesante.
Todo esto, aunque dicho así suene a historieta del abuelo, no siempre fue así, fue un cambio de paradigma muy duro de lograr. En otra época nos hubieran quemado por cometer o siquiera pensar las trivialidades que hoy cometemos a diario y pocos (por decir un número) se plantean preguntarse cómo fue posible. Este libro nos da una de las principales claves: como una enredadera que echa raíces donde quiera que encuentre algo de agua, y que aprovecha el tronco de cualquier árbol para subir a la superficie del bosque en búsqueda de luz, el conocimiento quiere ser libre.
Un cambio de conciencia logrado en su mayoría gracias al impagable esfuerzo de los hackers. Los verdaderos Robin Hoods del conocimiento.
Precioso y esperanzador post.
cuando empecé la secundaria, allá por el año 1975, me llevaban los sábados a visitar el CID, el centro de investigación digital, iban en bata, sí… y nos ponían batas para entrar… y gané un concurso porque logré programar un calendario de 100 años y dejar que aquella enorme y ruidosa máquina infernal, que trabajaba en un sótano sin ventanas y con un aire acondicionado polar, imprimiera la imagen de ché guevara repitiendo la palabra che… no me acuerdo como se llamaba el lenguaje… pero me dieron 10 pesos y un diploma, que me entregó el mismísimo compañero ministro de educación… jeje… lo recordé cuando leía el libro… y ahora lo comentas… y me vuelven aquellos recuerdos…
nos preocupó solaris… que lo vimos antes que la odisea y que blade runner… en la cuba comunista tuvimos la suerte de ver mucho cine ruso, del de tarkowsky…
gracias por el análisis, y por dar a tus padres la sensación de que está bien que mantengamos vivo el pequeño fuego de nuestra tribu…