Hace un par de semanas, en relación con el borrador que tengo pendiente sobre por qué escribir un blog, se me ocurrió una metáfora bastante ilustradora. Tanto que, nada más habérseme ocurrido, al volante, se la expliqué a mi chica y su respuesta fue «pues sí que te has currado el post, ¿no?». No, no está escrito todavía. La idea en sí es tan orgánica y visual que es fácil de explicar al mismo tiempo que rica en matices y detalles. La metáfora prácticamente se explica sola, pero igual contiene detalles a los que solo se llega por idea feliz o porque alguien te da una pista.
Igual la metáfora en sí da para más extensión, pero allí la dejo, para que otros la usen:
La blogsfera entendida como gran mente
Consiste simplemente en entender las ideas y los enlaces entre ellos de forma análoga al funcionamiento de las disertaciones y sus enlaces en blogs. Cuando tenemos una idea, nunca la tenemos por sí sola, viene siempre ligada a otros conceptos, los cuales, para no tener que explicarlos una y otra vez, «enlazamos»; definidos en otro momento, otro lugar, pero de alguna forma conocidos.
Poder hacer eso es una de las cosas que más define a los humanos y es extremadamente práctico ya que nos permite crear conceptos muy complejos sin tener que empezar de cero cada vez. Tenemos la maravillosa habilidad de dar algo por cierto una vez demostrado y tener esa verdad a mano en cuanto nos sea de utilidad.
Enlaces rotos
Cómo no. Hay enlaces que no llevan a ningún lado, o que simplemente no existen. Osea, a veces tomamos cosas por ciertas sin saber por qué, sin tener el enlace. A veces intuimos enlaces que «deberían estar», en base a nuestra experiencia navegando por el mundo de las ideas, pero nos equivocamos. La dificultad de arreglar enlaces rotos es directamente proporcional a la importancia de ese enlace, cuánto de lo que hemos «escrito», depende de esa verdad asumida. Muchas veces es imposible arreglar enlaces rotos porque supondría volver mucho más atrás de lo aceptable para nosotros mismos.
La creencia, en sí, es un enlace no necesariamente roto, más bien un enlace supuesto, que «no lleva a ningún sitio por ahora». El tema crucial allí es cuán concientes somos de que sólo hemos supuesto ese enlace y, más importante aún, cuánto de nuestro mundo hemos construido sobre él.
La supermente blogsférica
La blogsfera, en ese sentido, es mucho más flexible que nosotros individuos. Si pudiéramos personificarla, yo diría que ella misma se va limpiando de enlaces rotos o mal direccionados, o mejor dicho aún, no miente acerca de sus enlaces rotos, lo que hay es lo que ves y prácticamente todo está abierto a discusión y correción, dependiendo siempre del veredicto del lector y no de lo que ella misma quiere. Goza de neutralidad.
En ese sentido, tenemos mucho que aprender de la blogsfera sobre cómo pensar mejor.
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